Cerré los ojos y me abalanzé al destino, suavemente la brisa agradable que cubría mi rostro se iba haciendo más cortante, más puntiaguda, el sonido iba volviéndose más estridente, el pulso se aceleraba y en ese momento comprendí que ya no había vuelta atrás, las cosas se tornaban cada vez más veloces, no había esta vez un botón de rewind ni un escape al que agarrarme, era yo y mis miedos los únicos que me acompañan en este salto al vacío. Mis ojos me miraban con un aura distante, mi corazón deseaba salir de mi pecho y escapar, no podía aguantar vivir conmigo, sufrir mi mismo destino. Poco a poco el suelo se veía más cercano, volvía al polvo de donde nací, un golpe seco sería la mayor despedida de mi vida, y tu no estarías conmigo para pararme, no, no esta vez es algo entre yo y yo. 3 segundos después un pitido intenso me cegaba, me vapuleaba, el corazón crujió de un chasquido, contuve la respiración y de repente abrí los ojos... eran las 8:23 llegaba otra vez tarde a clase.