Bajo el cielo

bajo el cielo de...

14 marzo 2003

Tengo una chincheta en la mano, con la cabeza redonda, luminosa, impoluta, dulce, agradable, redondeada, suave, siento ver el mundo cuando la tengo de otro color, de una forma más acentúadamente viva, de una manera impersonalmente más sencilla, de una manera delicada y objetiva de besar un rosa envuelta en una campana de cristal. Cuando siento algo de dolor agarro mi chincheta con decisión y la aprieto fuertemente, entonces el verdadero carácter de la chincheta vuelve a entrar en escena, un intenso dolor punzante agudiza mis nervios y me recuerda que sigo vivo, que debo soltarlo, que tengo que tirarlo y gritar estremeciendome de dolor, pero entonces surge la verdadera enseñanza de todo esto agarrarla con la mano abierta, tocando sólo la cabeza, mirándola con perversión y reírme mientras se me vuelve a caer al suelo y la vuelvo a buscar.