Se sentó, tomó aliento y pronunció las palabras prohibidas. Tras unos largos segundos, esperando el estallido final, se sorprendió al ver que todo volvia a la normalidad. La tormenta pasaba y el cielo ahora se mostraba azul, luminoso, espléndido.
Cerró el libro y lo guardó en el desván. Ya era hora de ponerse su traje nuevo y salir a la calle.
Emhorabuena.
Cerró el libro y lo guardó en el desván. Ya era hora de ponerse su traje nuevo y salir a la calle.
Emhorabuena.