Bajo el cielo

bajo el cielo de...

09 abril 2003

Todo el mundo habla del milagro de la vida, cuando el verdadero y único milagro es el de la muerte, como una vida tan llena de cosas y de instantes incomprensiblemente juntos pueda apagarse con una mirada, de miedo y abnegación que se estrella en la pared del firmamento. A veces cuando alguien se va, la gente se debate qué hizo para merecerlo, y sin más sin duda la respuesta fue que nació, algo tan paradójicamente increíble que sospecho que son simples confabulaciones para ocultarme el verdadero sentido de las cosas.

Yo no puedo decir que haya vivido muchas muertes, pero quizá en todas y cada una de ellas haya una constante, un elemento en común que las distinga de todas las demás, un elemento impreciso y cómodo que las otorga una divinidad inusitada que despierta el más primario de nuestros anhelos, la lucha por la vida.. Mi primer gran error, procurar controlar cosas que no puedo tocar, cosas que nadie me ha explicado porque nadie se atreve, algo tan obvio que jamás me enseñaron en la escuela.

Una frase me dijeron simplemente, cuando se refería a esas cosas: No pienses en ello, no te llevará a ningún sitio en el que nadie ha estado ya. ¿Acaso ese inhóspito lugar me tenía vetada la entrada? ¿O es la prohibición que se le hace a el niño para que la rompa y descubra entre los fragmentos los primeros trozos de su madurez? Todas esas cosas únicas sin sentido me acechan durante años, como será mi vida cuando yo me muera, cuando yo deje todas las cosas en las que creo, cuando el mundo se canse de mi y me arrebate esta oportunidad, ¿realmente las cosas habrán cambiado? ¿Habrá merecido la pena?...

Dudas, y más dudas que me acompañan y me guían girándome, de nuevo, todas las señales del camino, confundiéndome y retándome a seguir hasta el final, donde con un atardecer se vaya mi vida.. Y entonces, cuando ya no haya nada, volverá todo como al principio a volver, a ser un todo y un nada.